Cuando en el vaso tan sólo quedaban los cubitos, Babé se decidió a subir.
Al fondo, en la barra, como siempre estaban ellos. Los tres.
Babé se puso en el otro extremo de la barra donde podía verlos reirse. Se pidió un ron con cola y los observaba. El Guapo estaba contando algo que parecía muy divertido, ya que el Cuerpo y el Raro no paraban de reir.
Babé no quiso cerrar los ojos. Fumó y bebió durante un rato.
Alguien se le acercó y trató de darle conversación. Babé ni lo miró. Babé acarició su bota derecha y con el índice rozó suavemente la empuñadura del afilado cuchillo. Mientras el extraño insistía en ofrecerle una copa. Babé lo miró y vió que era casi un niño. Vete, eres muy joven aún- le dijo seriamente.
Ellos estaban pagando sus copas, se marchaban. Babé cerró los ojos.
Cuando los volvió a abrir ya no estaban. Babé se levantó y se marchó.
La noche vivía con fuerza, pero esta noche tampoco sería la elegida.
Babé se metió en un taxi, cerró de nuevo los ojos y lloró.
-continuará--
2 comentarios:
ay! ay! ay! que yo tengo mucha imaginación... que ya estoy viendo el garito... y lo estoy reconociendo... y hasta veo a los tres tipos... y ya les estoy dando hasta nombre y apellidos...
Yo veo que ella es fría y distante...
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